Un soneto de Francisco Gavidia.

!Como el ardor del entusiasmo engaña!…

y tú, soñando con audacia loca,

intentabas salvar de roca en roca,

la sombría altitud de esa montaña…

 

aquí el súbito escarpe, allí la huraña,

honda caverna de espantable boca;

mucha la asperidad, la fuerza poca…

¡y subir apoyado en una caña!

 

Y bien, si es verdad; sépalo el mundo;

Sientes sangrar tus pies, sientes vacío

Tu cielo azul; y tu dolor profundo…

 

Noche en tu frente; en tus entrañas frío;

Flaca tu fé; tu espíritu iracundo…

Ya es tiempo de gritar: ¡Valor Dios mío!

 

                                  Francisco Gavidia.

 

 

Hoy no escribí nada de inspiración propia, mas bien me refugie en este viejo soneto de un gran escritor de mi tierra pues ví reflejado en el, mi estado anímico del momento, pero por mas difícil la situación, siempre nos queda el espíritu para gritar: ¡valor Dios mío!

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