El niño aquel.

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Aprendió a callar
antes de tener conciencia
tenía la lengua inmóvil
y el corazón inquieto
por las rendijas del silencio
se escapaban los versos.
tenía una máquina de sueños
incrustada en el cerebro.
Flotaba,
cuando todos
iban corriendo
suspiraba
cuando todos
estaban riendo.
Siempre le preguntaban:
¿que cosa ves que yo no veo?
No sabían que ese gesto
era por una espina clavada
justo en el esternocleidomastoideo…
Cierto,
nunca se le dificultaban
las palabras complicadas
siempre le perturbó
lo complicada
que suele ser la rosa
e impredecibles en el tiempo.
A veces escapaba…
pero siempre
lo alcanzaban los versos…

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